martes, 15 de diciembre de 2009

Cumplieron 50 años de feliz matrimonio

Perseverancia, amor y mucha paciencia, son los secretos que revela el matrimonio conformado por los esposos: Benjamín Vera Pasiche y Esther Pinza Cárdenas, para mantener una vida feliz y de éxitos.
Este matrimonio no deja de agradecer a Dios y a la Virgen del Cisne por la felicidad que irradia en su hogar cada mañana y por la calidad de hijos que ha procreado. Ambos consideran que la paciencia es madre de todas las batallas para llegar a acuerdos que permitan salir del sótano y de las adversidades que la vida pone como pruebas.
Don Benjamín nació en Pindal y su esposa en Alamor, pero desde cuando decidieron juntar sus vidas su residencia se asentó definitivamente en la ‘Capital maicera del país’. Aunque en 1941, fecha en que Perú invadió a Ecuador, doña Esther ya frecuentaba Pindal y fue precisamente en uno de esos viajes, a lomo de mula, que conoció a su esposo.

Forman hogar
Como todo matrimonio, al principio sucumbía en medio de necesidades, que eran satisfechas sobre la base del trabajo tesonero y siempre bien intencionado de don Benjamín.
Casi no recuerdan momentos de distanciamientos que les haya afectado su estado emocional ó afectivo, más bien en sus mentes solo caben recuerdos de momentos felices que les ha permitido vivir en paz y cobijados de amor y esperanza de un mañana cada vez mejor.
El matrimonio Vera-Pinza procreó siete hijos: Yolanda, Angel, Piedad, Eduardo, Galo, Benjamín y Jimmy. Ninguno de ellos los acompaña, ya todos tienen formado sus hogares con destinos diferentes.
En el caso de Galo y Eduardo viven en los Estados desde hace más de 15 años.
Angel es profesor en un plantel educativo del cantón Puyango, pero los días domingos visita siempre a sus padres. Jimmy es un ingeniero forestal que labora en la ciudad de Loja. Yolanda tiene su propio negocio en Pindal, pero vive en una casa diferente a la de sus padres.
Don Benjamín todo el tiempo se dedicó a la agricultura, eso le permitió mantener a su familia y dar estudio a sus hijos. Doña Esther siempre se dedicó al oficio de ama de casa y combinaba esa función con la de comerciante, pues en su vivienda improvisaba un pequeño bazar pero muy surtido para ofrecer a los clientes. Con esos ingresos le ayudaba a su esposo a mejorar la escuálida economía que soportan los habitantes de pueblos fronterizos.
Aunque el nivel laboral de este matrimonio ha disminuido, producto de la edad, lo que no a afectado es el infinito amor y profundo respeto que se guardan para seguir siendo una pareja feliz, que se constituye en ejemplo de virtudes para las nuevas generaciones.
Actualmente tiene 12 nietos y 2 biznietos que son su razón de ser.
Foto. Matrimonio conformado por Benjamín Vera y Esther Pinza.

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