domingo, 29 de noviembre de 2009

Que la esperanza no se diluya

Por: César Sandoya Valdiviezo
El triunfo histórico del alcalde de Pindal, Bolívar Jumbo Lapo, el pasado 26 de abril, abrió una amplia puerta de democracia y la esperanza inquebrantable de, ahora sí, lograr un cambio que por 20 años se esfumó por las extensas zonas maiceras del cantón.
Desde un principio se supo que para inaugurar una nueva etapa democrática en Pindal, se requería el mayor nivel de unidad de los pindaleños para enfrentar los grandes problemas heredados de administraciones pasadas, cuyos fantasmas siguen vigentes en la actualidad con pintorescos personajes.
La tarea de lograr el cambio en el cantón, no estaba asignada para un grupo o dos, sino que la responsabilidad era de todos en un contexto conflictivo signado por la grave crisis que vive el país y por los limitados recursos que percibe el Municipio.
En tales circunstancias, Pindal no solo necesitaba de un liderazgo poderoso y democrático, de grandes ideas y proyectos, de suficientes recursos y de fuentes de financiamiento seguras, sino de una ciudadanía responsable y movilizada que participe junto con sus líderes en la resolución de sus problemas.
Pindal no necesita de un grupo de ciudadanos que salte en defensa de sus intereses y de grupo, sin importar que los intereses de la comunidad y del cantón son mucho más sagrados.
El cantón tampoco necesita cumplir compromisos políticos y electorales, sin exigir un personal con perfil profesional básico que diferencie de las anteriores administraciones.
Se requiere de un cantón despierto, altivo, soberano, poblado por personas conscientes y practicantes de sus deberes y derechos.
Al parecer, no terminamos de aprender las lecciones del pasado. El peor negocio de una sociedad es la inestabilidad permanente, que no permite trabajar con relativa tranquilidad en medio de la crisis.
Los cambios de fondo son fundamentales y muchos logros sociales se han conseguido con tenacidad y siendo firmes en las decisiones que se toma. Lo peor que le pueda ocurrir a un pueblo es que sus líderes manejen doble discurso, lo cual es prueba de falta de personalidad y demagogia.
Cabe recordar, Señor Alcalde, que está a tiempo enrumbar su administración por los ideales políticos y sociales que le llevaron al triunfo. Sino se actúa oportunamente y con un firme liderazgo, la protesta y movilización serán inevitables.

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