viernes, 13 de noviembre de 2009

Los niños y la televisión

Por: Amable Ayora Fernández
Los adelantos científicos, técnicos y tecnológicos logrados por el ser humano son cada vez más vertiginosos, uno de estos avances está en los campos de aplicación en los medios de comunicación social y muy concretamente en el impacto que se ha podido evidenciar en la televisión. Claro está indicar, que frente a la televisión se han producido los más diversos criterios a favor y en contra, cuya notoria incidencia se ha producido a nivel de la psiquis humana de cada observador, ya sean: niños, púberes, adolescentes, jóvenes, personas mayores, etc.
Y si nos preguntamos: ¿Cuánto tiempo de televisión es bueno para nuestros niños?. ¿Se han elegido previamente los programas a observar?. ¿Hemos seleccionado la hora para ver dichos programas? etc. Pensamos que desde el punto de vista de las ciencias pedagógicas y de la psicología infantil esto constituye una seria responsabilidad ética tanto de los padres de familia, los educadores y de quienes planifican la diversidad de programas televisivos, asociados a las más diversas e inesperadas escenas, mensajes y contenidos cuya incidencia ha sido notoria en la vida ulterior de los espectadores, y en el caso que hoy nos ocupa en nuestros niños y niñas.
En el marco de esta afirmación nos permitimos indicar que a través de roles de la familia en materia televisiva se desarrolla también el pensamiento en nuestros niños. Las investigaciones realizadas por estudiosos del comportamiento infantil han comprobado que, los niños en edad pre-escolar que miran programas como Sesamen Street y otros parecidos, obtienen mejor puntuación en pruebas de memoria a corto plazo y pre-lectura que los niños que no miran la TV. Asimismo, hay especificaciones como las que a continuación indicamos, los niños menores de tres años cada hora de televisión tiene un impacto negativo en el aprendizaje; y los niños que obtuvieron mejores calificaciones en los tests fueron los que veían poca o ninguna televisión antes de los tres años de edad y no más de dos horas al día entre las edades de 3 y 5 años. Ello explica, entonces, que hasta que el niño no esté realmente comprendiendo lo que ve, es preferible mantener las horas de la televisión reducidas a un mínimo.
Desde otra perspectiva, a los 3 años de edad debe existir una mayor preferencia a los programas educativos como los que presentan el alfabeto, lo que debería reforzarse con juego de bloques que tengan asimismo las letras del alfabeto. Sobre la base de estos estudios queremos hacer hincapié que la inter-relación del niño con los adultos, o con otros niños, más el empleo adecuado de la televisión con sus programas y contenidos formativos podemos llegar a nuevas zonas de desarrollo potencial, una fuerte área de trabajo de la psicología infantil desde los enfoques de la dialéctica y la influencia decisiva de los componentes da la familia, la sociedad y la cultura.

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