viernes, 24 de abril de 2009

Nadie es eterno

Por: César Sandoya Valdiviezo
Solo los totalitarios piensan que el poder es eterno. Aquellos que se aferran a no ceder un solo centímetro de terreno para seguir gozando de los privilegios, en desmedro de los grandes intereses de la gente. Es preocupante el político que ama el poder sin límites y busca perennizarse, porque entra al plano de la vanidad y la defensa a ultranza de su ego. Entonces queda atrás ese viejo adagio: "La política es el arte de servir".
Recordemos que en el siglo XIX, gobernantes autoritarios como Flores y García Moreno impusieron sus propias reglas para sembrar una especie de cacicazgo, pero ninguno logró culminar el periodo consecutivo. Los golpes de estado de un pueblo que se sintió burlado; y, el asesinato, lo impidieron.
Una cosa es aceptar la reelección y otra que el funcionario siga ejerciendo el cargo durante la campaña electoral y hasta siga ganando sueldo. A mi criterio, esta resolución nunca debió ser aceptada, porque ese proceso atropella la voluntad de los electores, cuando el funcionario usa el poder público y los recursos del Estado, como ha ocurrido en esta campaña electoral en casi todos los pueblos.
La Constitución de Montecristi debió haber aprobado una transitoria que clarifique la reelección solo para aquellos que no hayan estado en el poder más de un periodo, porque eso da lugar a quienes ejercieron tres periodos, podrán seguir utilizando los recursos del Estado para hacer campaña y hasta ganando sueldo por otros dos periodos. Esto rompe una norma básica en democracia, que es la alternabilidad.
Los políticos que pretenden mantenerse en el poder por varios años, muchos de ellos utilizando artimañas que riñen con los principios éticos y morales, se vuelven tercos, vanidosos, arrogantes, prepotentes, cometen errores de piponazgo y nepotismo, pero como tienen el poder absoluto nadie los puede fiscalizar.
Además, no contentos con el poder político intentan limitar la libertad de expresión, pues son reiteradas las descalificaciones que hacen en contra de medios de comunicación social y periodistas, tildándolos de enemigos, amargados y hasta corruptos. No aceptan criterios contrarios a los suyos, porque desconocen que las diferencias son parte también de la democracia. Es más, esas diferencias no están llamadas a desaparecer sino a competir en el espacio público ante los ciudadanos.
Por eso no nos cansaremos de decir que el periodista debe ser persistente para saber que hay detrás de las cosas, de las noticias, así eso no le guste al poder y a sus lacayos. Hay que mantener esa postura inquebrantable, además es parte de la lucha diaria los riesgos inherentes a la profesión. Porque el periodismo es el oficio de buscar la verdad.
Gozar de la simpatía de un sector de la sociedad no les da patente de corzo a los políticos para pretender inmortalizarse en el poder, porque recuerden que hasta los carteles de Medellín y Cali tuvieron la simpatía de los más pobres de esas ciudades, a pesar del daño que hicieron a la sociedad con sus actividades ilícitas.

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