miércoles, 23 de septiembre de 2009

La credibilidad

Por: César Sandoya Valdiviezo
Hay medios de comunicación que tienen mucha audiencia, pero no gozan de la suficiente credibilidad, porque el público identifica con sapiencia cuando tras una información existen intereses creados. No siempre la prensa amarillista (sensacionalista) contribuye a formar una sociedad más justa y solidaria, donde la gente aprenda a crecer con valores éticos y morales.
En situaciones de crisis o de guerra, es común que el periodismo olvide, por vocación o patriotismo, algunos de sus principios éticos: la de publicar solo información verificada o la de no confundir la opinión con la noticia.
Y es que muchos comunicadores mezclan la información con los comentarios, cuando son dos géneros periodísticos totalmente diferentes: la noticia es dar a conocer un hecho o acontecimiento, mientras que lo segundo es opinar sobre uno o varios temas. No separar ambos géneros para que el público los entienda, es atentar contra un periodismo libre y democrático.
De acuerdo con encuestas internacionales, la credibilidad en los medios tiene una tendencia a la baja, cuando hay periodistas que no entienden el rol que juegan dentro de una sociedad convulsionada y existen historias publicadas que no son creíbles porque caen en un terreno inestable.
El reportero Michael Kinsley, de origen inglés, dice: "El periodismo, en mi opinión, se consume delante de nuestros ojos y orejas de una forma arrogante que creo que, si no es detenida y parada sin tardar, podría socavar por completo el propósito del ejercicio".
Actuar con ligereza y publicar una información no confirmada es un error, pero mayor peligro representa manipularla al vaivén de los intereses. La desinformación afecta duramente a la credibilidad, que es el don más preciado para mejorar el raiting. Y cuando decae la credibilidad se pierde la confianza, algo que es muy difícil recuperar.
De allí la necesidad de que el periodista se despoje de cualquier perjuicio antes de ir a cubrir una noticia o entrevistar a algún invitado. No puede creer en lo primero que le dice la fuente, mucho menos publicar antes de verificar la procedencia.
El periodista debe evitar dejarse usar como instrumento de calumnias, venganzas personales o infamias, pero para ello debe entender que sólo un periodismo profesional puede acercarse a la verdad. Así como entender que la información no le pertenece al periodista sino al público.

No hay comentarios: