La quema de la taralla

Hever Sánchez Martínez
El fronterizo cantón Pindal ha celebrado sus 20 años de cantonización el pasado 15 de agosto. Este cantón de la patria relegado por muchísimos años se ha ganado el calificativo de "Capital maicera del Ecuador" Desde hace más de 100 años esta dadivosa tierra no se cansa de producir la gramínea que es la base de la economía del lugar.
Los hijos de Pindal que un día se marcharon para buscar nuevos horizontes, en especial quienes residen en la capital, tuvieron hace ya algunos años la iniciativa de agradecer a la tierra que los vio nacer con un acto muy simbólico y suigéneris: La quema de la taralla.
Todos los años con este especial festejo, los hijos del cantón dan gracias a la madre naturaleza por su generosidad, su incansable producir y su indeclinable fortaleza a través de los años.
A la taralla lista para ser quemada, la enciende uno de los agricultores del lugar, con este acto simbólico el labrador no solamente enciende el fuego para agradecer a la madre tierra por sus frutos sino también que pacta el compromiso de cuidarla, de protegerla y por sobre todas las cosas de defenderla de las actuales amenazas de la invención científica como son el uso irresponsable e indebido de agroquímicos y el desarrollo de transgénicos.
La quema de la taralla va más allá de un simple espectáculo de luz y colorido, de euforia y de alegría; es ante todo una forma dulce de decirle gracias a la santa madre tierra y es también una invitación a la unión entre sus hijos. Al final todos venimos de ella, crecemos en ella, nos servimos de ella, nos alimentamos de ella y con toda seguridad a ella volvemos para seguir siendo parte de ella.
Esta espectacular iniciativa de dar gracias a la madre naturaleza se la debería practicar a nivel nacional, no precisamente con la quema de la taralla, habrá otras formas de acuerdo a la producción de cada roncón de la patria. En definitiva se trata de mantener vivo el compromiso de gratitud con la naturaleza a la cual le debemos todo.
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