Si estuvieras conmigo madre amada,
estos días sin sol fueran dorados,
no sería la tarde desolada
y mis pasos nunca más equivocados.
Si estuvieras conmigo me sería,
todo luz, todo ilusión, todo esperanza;
todo color como el sol de un nuevo día
que empieza a aparecer en lontananza.
Lejos quedó la verde primavera
y están lejos los días de la infancia,
lejos quedaron en la inmensa esfera
y los cubre el sin fin de la distancia.
Lejos queda mi niñez, lejos se esconde
y galopan mil recuerdos por mis venas
y tu voz escucho a veces no se dónde,
perturbada por los ecos de mis penas.
Todo es nada, sólo existe tu recuerdo
y es el hada de mi amor que te reclama,
en las noches infinitas yo me pierdo
a inventarte en mi plegaria que te llama.
Estas grises soledades me serían
luz y viento, sol de otoño y alborada
y conmigo estas tormentas reirían,
si estuvieras conmigo MADRE AMADA!!!
Hever Sánchez Martínez
viernes, 8 de mayo de 2009
Carta a mi madre ausente
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