La era medieval ya pasó

Por: César Sandoya Valdiviezo
En la época antigua era aceptable y hasta coherente con los postulados del feudalismo que familias todopoderosas eran las que gobernaban los pueblos, y la gente se sometía a sus decisiones en forma incondicional sin lugar a discrepancias.
Pero lo que ya no es coherente es que en pleno siglo XXI sigamos viendo indicios de la era medieval, donde una o pocas familias son las que dominan la mayoría de espacios de todo tipo de poder. Ese es el caso de Pindal, donde los mismos apellidos se repiten varias veces por las mismas dignidades políticas y por los mismos cargos públicos.
No es compatible con esta etapa contemporánea que las mismas familias dominen, así sea que cuenten con el respaldo del voto popular. Porque acaparar el poder político da luz verde para que se constituyan, sin lugar a dudas, en un espacio para violentar los postulados democráticos, ahondar más la brecha entre ricos y pobres, y fortalecer la inequidad social, como ha sucedido en Pindal, donde primos, hermanos, tíos, sobrinos y cuñados disfrutan del poder.
El electorado ha creído hasta ahora que para que el aparato municipal funcione mejor se debe tener a personas emparentadas, que se hagan favores y beneficien a un determinado sector de la sociedad. Pero se olvida que esto sucede, generalmente, en perjuicio de otro sector. Siempre los gobernantes del cantón nos acostumbraron a una especie de cacicazgo, a estar dominado o apadrinado bajo el ala de una familia todopoderosa.
Afortunadamente los tiempos cambian y la gente está consciente en la necesidad urgente de salir de la era medieval para dar un paso gigante a la época de renacimiento hasta llegar a la contemporaneidad, donde la democracia es el respeto a los derechos humanos, la instauración de una justicia social, el gobierno de las mayorías pero sin complejos, rencores, envidias ni exclusiones.