jueves, 12 de marzo de 2009

La crisis y la inequidad

Hever Sánchez Martínez
El mal más latente que agobia a los países desarrollados y a los no desarrollados es la crisis a nivel mundial. Esta crisis no es sino el colapso de un sistema que ha multiplicado la inequidad entre los seres humanos. Un sistema caduco que al no poder mantenerse en su supuesto apogeo y éxito ha colapsado, afectando como ya es ley a los más vulnerables entes sociales. Con esto no quiero decir que sea el socialismo la única salida a esta hipercrisis; este sistema también ha colapsado. Los hombres sabios del mundo deben abogar por un sistema más justo, más equitativo, en el que el norte y el sur formen un mismo planeta y no un campo de batalla en una lucha desigual en la que los más fuertes se comen a los más débiles.
Como razonaría un ciudadano: Si dividimos solamente los 700.000 millones de dólares que se discuten actualmente en el Congreso de los Estados Unidos, para inyectar a la banca privada, para una población mundial de 6.700 millones de habitantes nos damos cuenta de una irónica verdad: A cada habitante del planeta le corresponderían 104 millones de dólares. Con esta medida no solamente se habría erradicado para siempre la pobreza, el hambre, la insalubridad y todos los males que aquejan a los pobres del mundo, sino que se convertiría automáticamente en millonarios a todos los habitantes de la tierra.
Este es el ejemplo más fehaciente de la terrible inequidad que existe en el planeta. De que la pobreza no es un castigo enviado de los dioses ni una maldición contra los países del tercer mundo sino un mal que proviene de la incapacidad de los seres humanos para fomentar una repartición de la riqueza más equitativa.
hever@bk.ru

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